Impresiones
(y otras imágenes de la memoria)
Dr. Karl Emil Willers
Rimer
Cardillo comenzó su carrera artística en Uruguay como
grabador, aguzando sus habilidades en un campo que se nutre de la especialización
de los medios y el logro técnico a menudo a expensas del
rigor conceptual. En el mundo del arte de hoy, damos por descontado
que es frecuente que los buenos artistas recurran a maestros grabadores
para colaborar en carpetas de grabados; no es poco usual que ediciones
de lujo de ese tipo sean publicadas por sofisiticados talleres de grabado
que ponen equipos enteros de expertos y técnicos a disposición
de un artista. Sin embargo, es raro encontrar a alguien que ejerza el
oficio de forma individual trabajando en estos proyectos artísticos
sumamente especializados, y cuyos emprendimientos sean al mismo tiempo
teóricamente ambiciosos y técnicamente innovadores. En
su práctica artística, Cardillo negocia hábilmente
con su compromiso político y un marco metodológico junto
con el hacer de imágenes de hoy. La serie mayor de grabados de
Cardillo pone de manifiesto la talla de su carrera y las aportaciones
de este artista prolífico, esta serie de obras a su vez transmiten
una destreza gráfica y una sutil variación con firme determinación
de abogar por lo que defiende posibilitando la exploración creativa.
Las primeras exploraciones
Uruguay y Alemania a fines de los 60 y principios de los 70
Durante
la década de los 60, Cardillo estudió arte en una institución
políticamente liberal (si no radical) de estudios superiores
en su Uruguay natal. Cardillo continúa siendo un gran defensor
de la formación que recibió en la institución de
estudios de artes visuales más prestigiosa del Uruguay. Y aún
cuando las instalaciones y los equipos del plantel eran modestos, el
artista es siempre generoso en alabanzas de sus profesores y sus enseñanzas:
Fui
a la universidad desde 1961 a 1968 siete años era la duración
normal de los estudios porque nos exigían que fuésemos
conocedores de todos los diferentes medios artísticos y procedimientos
técnicos. Mi idea era llegar a ser pintor, pero todavía
recuerdo mi primera visita al taller de grabados en ese momento
el grabado se convirtió para mi en un medio de descubrimiento.
Los profesores que tuve habían sido formados en la gran tradición
europea del grabado compartían las técnicas y habilidades
que habían recibido de sus maestros grabadores. En las primeras
décadas del siglo veinte, una ola migratoria europea trajo al
Uruguay artistas altamente calificados grabadores extremadamente
conocedores de su oficio. Era una generación que había
aprendido su arte en talleres de grabado de larga trayectoria en Italia,
Alemania y otros países europeos. Trajeron a Montevideo una tradición
de grabado vital y activa.1
En su último año de la Escuela Nacional de Bellas
Artes de Montevideo, Uruguay Cardillo presentó en exhibición
su serie los Ovalos (Ovals) de 1966-67
(ver imagen I, página i), una obra llamativamente madura y profesional
para un joven que está por terminar la escuela de bellas artes.
En xilografías asombrosamente logradas, los Ovalos muestran
un sentido sofisticado del diseño hip de color cálido
Son, después de todo, en gran medida producto de la cultura
joven de fines de los años 60. Las xilografías en la serie
Ovalos no ha pasado de moda estando hoy en día
tan en boga la contracultura del diseño retro de los 60, estos
trabajos gráficos tienen un aspecto asombrosamente contemporáneo.
Luciendo un estilo y una onda exuberante, las formas abstractas con
forma de semillas presagian el permanente interés de Cardillo
por las variedades botánicas y la abundante fertilidad:
Estaba
trabajando con ideas orgánicas. Quería escaparme del formato
rectangular de la pintura y el grabado tradicional, por lo que corté
unos bloques de madera de formas ovaladas. Utilicé bloques de
madera compensada de cedro de pino y de imbuya, esta última una
madera brasileña muy dura que permite grabar hasta los detalles
mas delicados. Las formas traen reminiscencias de semillas y frutos
alguna gente las encontraba muy vaginales pero eran básicamente
abstractas.
Impetuosos
y rebeldes en su experimentación con el color y la forma, estos
primeros grabados son indicadores de algo más que simplemente
revoluciones formales en el arte y el diseño. Al principio de
su carrera, Cardillo aprendió que para él, la estética
radical iba de la mano de una política progresista y un activismo
comunitario.
En
1968, me gradué de la Escuela de Bellas Artes de Montevideo.
Mientras era estudiante había todavía exhibiciones de
arte con menciones y premios en el salón oficial de Bellas Artes,
montadas anualmente por el Ministerio de Cultura. En 1968 hubo una tremenda
revuelta dentro de la comunidad del arte de Montevideo ya no
creíamos en el gobierno, sus poderes y sus instituciones. Los
artistas se fueron a la huelga y se negaron a seguir exhibiendo sus
trabajos en los salones. También en 1968, me contactaron del
Club de Grabado de Montevideo y me convertí en un miembro activo.
Era una gran comunidad. Me invitaron a dictar un curso y el cual continué
dictando por varios años. La organización tenía
más de 2.700 socios, y todos recibían un grabado original
mes a mes. El propósito del Club era llevarse el arte del sistema
de galerías comerciales, y hacerlo llegar directamente a la gente;
todos podían tener un grabado de un artista en sus hogares. Este
interés por el grabado surgió como un fenómeno
de las décadas de los 60 y 70, pero no sobrevivió.
En
1969 Cardillo obtuvo una beca para estudios en la Escuela Superior de
Arte y Arquitectura de Weissenssee en Berlín del Este, y más
tarde en ese año, Cardillo partió hacia Europa. El viaje
en sí sería una aventura, ya que viajó en un buque
mercante de Alemania del Este y cuya travesía duró ocho
semanas. Cardillo recuerda que le impresionaba que el barco tuviera
mujeres marineras. La República Democrática Alemana era
bastante más progresista en su política de género.
El joven Cardillo pudo explorar museos y galerías en los puertos
europeos donde anclaba el buque antes de llegar a su destino final,
y Cardillo se solazaba analizando los trabajos originales del arte occidental
que él había conocido previamente sólo en reproducciones.
Durante dos años que residió en Alemania, Cardillo siempre
fue consciente del nuevo activismo político que motivaba a artistas
como Anselm Keifer, Sigmar Polke, Gerhard Richter, y especialmente Joseph
Beuys. Se trataba de la primera generación posterior a la segunda
Guerra Mundial que trabajaba en una Alemania dividida y llena de cicatrices
por los horrores de la guerra y los crímenes del holocausto.
Las aportaciones de estos artistas llegaban aún con más
fuerza a Cardillo, ya que su propio arte abordaba el deterioro político
y social de las naciones sudamericanas durante la década de los
años 70. En esa tiempo, el conocimiento de estas prácticas
avanzadas del nuevo arte alemán hicieron consciente a Cardillo
de las limitaciones de los estudios académicos del Bloque Oriental:
Estaba
trabajando en Berlin con alumnos de Kandinsky y de la Bauhaus. La mayoría
estaban reprimidos y no se podían expresar o hacer lo que querían.
Había una estética oficial. Alemania del Este se adhería
a los conceptos soviéticas de arte, por lo que en el grabado,
el énfasis se ponía en la técnica y el medio. Llegó
una delegación de Polonia a visitar la academia, estos estaban
mucho más avanzados que los alemanes del este en la esfera de
lo conceptual, así fue que el decano del instiuto les mostró
mi trabajo me veían como un embajador de occidente.
Los estudios de Cardillo en Alemania del Este fueron formativos tanto
en el plano artístico como intelectual. Las conexiones históricas
en la industria de la impresión como en la manufactura del papel
eran una parte muy tangible del entorno alemán, y tuvieron una
impresión indeleble en el joven grabador. Luego de ese año
en Berlin Oriental, Cardillo fue invitado a continuar con sus estudios
de grabado en Leipzig, Alemania del Este.
En
la Escuela Superior de Grabado y Artes del Libro de Leipzig, estudié
con maestros impresores nacidos durante el cambio del siglo, que habían
trabajado con los expresionistas alemanes. Eran grabadores asombrosamente
habilidosos, con un gran conocimiento de los materiales y una conexión
a los procesos técnicos que había sido transmitida desde
siglos de generación a generación. El taller de grabado
alemán era un hermoso ambiente, estilo siglo XIX. Era maravilloso
trabajar en esos estudios con los maestros grabadores y oir sus anécdotas.
Al
tiempo que estaba expuesto a la extraordinaria pericia en el grabado,
Cardillo estudiaba los ejemplos de la historia del arte europeo (y en
particular la alemana). Cardillo cuenta que le permitían estudiar
con detenimiento las xilografías y los grabados de Durero en
los gabinetes de grabado de los museos, bibliotecas y museos de Alemania
del Este. Más de una década más tarde, Cardillo
produciría uno de sus grabados más logrados, una imagen
minuciosamente grabada de un escarabajo, y el título de la obra
sería Durero en Sacsayhuaman, como homenaje al gran pintor
y grabador del Renacimiento norteño.
Mientras que estudiaba en Leipzig, Cardillo completó una serie
de grabados que demuestran su gran dominio de los métodos tradicionales
del intaglio, incluyendo el aguafuerte, grabado, aguatinta, y punta
seca. Conceptualizada durante su año en Berlín Oriental,
la imaginería abstracta de Objetos flotantes
y volantes (Floating and Flying Objects) yuxtapone formas
biomórficas y rectilíneas (ver imagen II, página
ii), aludiendo a los contrastes entre su país natal, Uruguay,
y los entornos europeos que encontraba. Dice el Artista:
Las
formas orgánicas y naturales se yuxtaponen con objetos más
mecánicos y arquitectónicos. Este era mi primer contacto
con Europa y el mundo de la tecnología. En Uruguay, la vida estaba
más conectada con la naturaleza. Durante este período,
la imaginería expresaba mis sentimientos. En el invierno alemán
nevaba todos los días, y era la primera vez en mi vida que veía
nieve. La serie de obras tituladas Objetos flotantes y volantes (Floating
and Flying Objects) implicó trabajar con una plancha de cobre
e imprimir en tinta negra sobre papel blanco; me enamoré del
proceso del intaglio y de sus tintas. Estaba leyendo mucho a los autores
latinoamericanos, Jorge Luis Borges de Argentina y Gabriel García
Márquez de Colombia y Mario Vargas Llosa de Perú
los sesenta y los setenta fue el gran período de la literatura
hispana. Los grabados tenían connotaciones de la narrativa: tales
como imágenes de animales, pájaros y organismos. Las composiciones
y las imágenes estaban compuestas con collages. Encontré
papel manchado, del que se usaba en el estudio como secante y lo usé
para hacer collages. Esta fue la primera vez que hice aguafuerte, buril,
punta seca y aguatinta de una manera muy concentrada, cuando estaba
trabajando con los maestros grabadores en Berlín. De regreso
al Uruguay, hice también una versión en madera compensada
del grabado Un Traga-aldaba para un affiche de una exposición,
el título es difícil de traducir, es una palabra popular,
inventada, pero sugiere gente codiciosa o egoísta.
En
Leipzig, Cardillo comenzó también la serie de litografías:
Objeto deslizándose (Moving Object)
(ver imagen III, página iv). Incorporando el título Segunda
aparición de Luciérnaga fantástica (Second
Appearance of the Fantastic Lightning Bug), estos diseños,
en su mayor parte abstractos anuncian la primera incursión del
artista en la vida de los insectos un tema que ha ocupado su estética
durante muchos años.
La
Universidad de Leipzig es una de las más antiguas del mundo
llena de estudiantes de literatura y filosofía. Como ciudad,
Leipzig no había cambiado desde antes de la Segunda Guerra Mundial.
En algunas calles mantenía aún faroles de gas. Estas luces
me dieron la imagen inicial, y luego la relacioné con formas
orgánicas y recuerdos de las zonas rurales uruguayas. Los grabados
fueron incluidos en mi segunda muestra unipersonal en 1972 en Uruguay,
al volver a casa desde Alemania.
Las
litografías Objeto deslizándose al igual que los
grabados Objetos flotantes y volantes, intentan establecer una
relación entre las diversas tradiciones culturales, buscando
formas visuales que traduzcan la diferencia y que salven las divisiones.
Para Cardillo, el proceso de impresión en sí es siempre
una recurso conceptual, dando una sintaxis visual que reverbera con
significados. El principio que el agua y el aceite se repelen mutuamente
constituye la base de toda la litografía. Cuando uno dibuja con
una sustancia oleosa en una piedra litográfica y luego moja su
superficie con agua, una tinta con base aceitosa se pegará a
las marcas oleosas y permitirá imprimir una imagen positiva.
A la inversa, se puede lograr una versión negativa del mismo
dibujo trabajando la piedra litográfica con aguafuerte como si
fuera una plancha de metal. El proceso implica cubrir la piedra con
goma laca, una sustancia que se endurece y protege la superficie de
la piedra de la solución ácida que se le aplica a excepción
de las áreas sobre las que se ha dibujado. Como se pierde el
dibujo original, este procedimiento habitualmente se reserva para la
etapa final de producir una edición de litografías. Esta
impresión inversa es muy aprovechada en la última imagen
de la serie Objetos flotantes y volantes (Floating and Flying Objects),
que ofrece una versión nocturna más oscura de las formas
abstractas de la serie.
Una voz de protesta
Uruguay en la década del 70
El
surgimiento del gobierno militar a principio de los 70 produjo una trágica
transformación de la vida social, política y cultural
en Uruguay. Al regresar el artista a Montevideo en 1971, su obra comenzó
a reflejar y comentar metafóricamente las amenazas de la prisión,
la tortura, y la violencia, que se habían vuelto parte de la
existencia en Uruguay. Con la consolidación del poder de la junta
militar, cerraron y literalmente desmantelaron la Escuela Nacional de
Bellas Artes de Montevideo un semillero de resistencia contra
las fuerzas conservadoras. Todo lo que pudiera ser llevado de la institución
era cargado en camiones y desaparecía. Para los grabadores esto
representó la pérdida de sus prensas. Aún al día
de hoy, relata Cardillo, nunca se ha recuperado el equipo de estudio
para enseñar grabado las prensas probablemente hayan quedado
sepultadas en algún lugar remoto nunca revelado.
Habiéndose cerrado la escuela y sin recursos, Cardillo abrió
su propia casa y su taller a amigos y estudiantes. Los militares tomaron
el poder el 27 de junio de 1973. Cardillo recuerda la fecha como si
fuera ayer; no necesita buscarla:
La
Escuela de Bellas Artes estaba cerrada. Los únicos lugares donde
uno podía aprender arte eran los talleres particulares. El mío
se dedicaba al grabado y trabajo en papel con otros medios; otros talleres
por Montevideo se dedicaban a la pintura o a la escultura, o a fines
muy específicos. Mi taller se convirtió no solo en un
lugar para aprender, sino también un lugar para estar con la
gente. Era también un ambiente que sanaba; había gente
que había sido liberada hacía poco de la cárcel,
y por indicación médica, comenzaba a dedicarse al arte.
Esa gente pensaba que nunca sería capaz de hacer algo nuevamente
en su vida eran momentos difíciles. El taller abría
dos días por semana en la tarde hasta altas horas de la noche.
Observaban y controlaban todo. Frente al taller vivía un militar
retirado, un hombre muy culto que siempre quería hablar del arte.
Estoy seguro que él habló con las autoridades para que
nos dejaran tranquilos, y su apoyo nos protegió. El taller funcionó
desde 1974 hasta 1979, el año que me vine a los Estados Unidos.
Cardillo
describe un mundo virado al revés y dado vuelta por una fuerza
militar determinada a asegurar su mando y su poder. Súbitamente,
sin debates y sin recursos, se censuraba todo. La policía de
hecho detuvo al artista y a varios de sus colegas, arrestándolos
por publicar un calendario que ilustraba unas canciones populares que
el gobierno sospechaba como subversivas:
El
Club de Grabado de Montevideo creó un calendario para 1973 y
me solicitaron que contribuyera al proyecto con una pieza. Ese año
había una feria de arte en Montevideo, y la asociación
tenía un mostrador donde se vendía el calendario. Eligieron
ilustrar canciones populares; algunas tenían leyendas políticamente
discutibles, por lo que nos detuvieron para interrogarnos. Sabían
las direcciones de todos y nos hallaron. Nos llevaron a la cárcel,
donde nos sometieron a interrogatorios. Estábamos todos durmiendo
en una habitación en un edificio que había adquirido la
mala fama de ser un centro de detención y tortura, llamada la
Tintoreria Biere.
Cardillo
todavía recuerda este episodio como una experiencia por demás
surrealista, como un episodio de otro mundo en su vida. El artista minimizó
el incidente porque él y sus compañeros fueron liberados
tras un par de días, pero las anécdotas son escalofriantes,
especialmente porque otros que se vieron en situaciones similares no
fueron tan afortunados. Muchos ciudadanos de Montevideo eran atrapados
en ciclos de arrestos arbitrarios y encarcelamiento por períodos
indeterminados. Un número importante de uruguayos considerados
apenas como sospechosos de actividades disidentes o asociaciones
cuestionables por parte del nuevo régimen militar
no volvían a ser vistos, y muchos más aún fueron
los que fueron condenados a años de prisión, a menudo
padeciendo condiciones inhumanas e inclusive torturas brutales. Las
represiones e intimidaciones eran implacables, conviertiendo lo que
había sido una democracia liberal de larga data en una dictadura
militar represiva que duró casi una década.
2
Comenzada mientras se desarrollaban los acontecimientos de 1973 en Uruguay,
la serie de serigrafías de Cardillo Chicharras
y Mariposas Nocturnas (Cicadas and Moths) emerge como una
importante y duradera declaración visual de protesta (ver imagen
IV, página 1). Desplegando el aspecto de cruda documentación
fotográfica, y haciendo un uso habilidoso del color limitado
predominando las tonalidades doradas y bronceadas, rojizos sangrientos
y negros-azulados, Cardillo crea estratégicamente un vocabulario
de forma visual que registra la disención y la oposición.
Usando sólo unos pocos soportes disimulados y dispuestos de otra
manera para variar la composición, las imágenes de Cardillo
de la vida de los insectos eran interpretadas como una potente sentencia
del gobierno dictatorial en su país natal. Muchos de los títulos
de la serie El Conciliábulo (The Secret Meeting), El
Elegido (The Chosen One), y El Escarmiento (The Punishment)
son términos con una alta inflexión que sugieren alusiones
más completas y significados más amplios de las impresiones.
La crítica política subyacente es a la vez general y específica:
la cual está alerta contra un desenfrenado militarismo y la adulación
sin trabas en todas las culturas, pero también se refiere directamente
a los acontecimientos dentro de la sociedad uruguaya de principio de
los 70. La manipulación de Cardillo de la imaginería de
los insectos sostiene un comentario mordaz sobre las realidades políticas
que sólo pueden ser descritas como Orwellianas siendo
el diseño gráfico análogo de Animal Farm
en su antropomorfismo, pero también registrando una puesta en
escena clínica y una sensibilidad brutal más características
para 1984. Si bien la serie rara vez ha sido exhibida al público
en su totalidad, la carpeta constituye una de las declaraciones más
importantes de protesta, notable por su sofisticación formal
y por la falta de concesiones de su contenido político. La obra
sigue siendo un modelo de activismo en artes visuales, y posee una intensidad
gráfica comparable a los collages de fotos de John Heartfield
de la década del 30, obra que registra el surgimiento de los
regímenes Nazis y Fascistas en Europa. A pesar de que la militancia
de esta serie está estratégicamente velada y tácticamente
encriptada para evitar la censura rotunda, utilizando Cicadas and
Moths, Cardillo logra denunciar y condenar la insurgencia de los
extremistas totalitarios.
Continuando su exploración del poder de expresión de la
vida del insecto aumentado de tamaño, Cardillo comenzó
a trabajar sobre tres planchas que utilizaría para grabar la
serie Insecto (Insect) de1973-74
(ver imagen V, página 4).
Logré
ver el insecto a través del microscopio electrónico, y
era infinita la manera en que uno podía entrar más y más
profundamente en el detalle. Completar cada plancha me llevaba un mes
y medio, pero esto no era un problema, ya que por aquella época
uno estaba aterrorizado por lo que sucedía en las calles, y pasaba
días enteros en el estudio.
Era casi como en la Edad Media. Me despertaba y empezaba a trabajar.
Si me venía hambre, comía un pan con salame y volvía
a trabajar. Tenía una radio y podía escucharla, pero no
tenía teléfono, ya que se tenía que esperar siete
u ocho años para conseguir una línea telefónica
por lo que mis amigos pasaban de visita. Fué el trabajo lo que
nos mantuvo vivos. Las conexiones con nuestro trabajo eran lo único
que teníamos. No teníamos materiales ni tinta,
ni papel yo tenía que encargarle a amigos que trajeran
cosas cuando viajaban.
Se pueden seguir los avances del proyecto Insecto a partir de los detalles
minuciosos de los dibujos originales en lápiz hasta el relieve
escultural de las planchas de zinc que son en gran medida ya de por
sí obras de arte. Se hicieron dos juegos de grabados, uno sólo
con el gofrado, sin más color que el blanco del papel, y otra
versión en color. Trabajando en su estudio en Montevideo, Cardillo
desarrolló un nuevo proceso para lograr el acabado metálico
lustroso de las impresiones a color:
Para
las versiones en color, se pintaba el papel a mano después del
gofrado. Luego se aplicaban dos o tres capas de yeso acrílico
diluido con alcohol. Se frotaba luego ese papel protegido con tintas
aplicadas con un espesor de aerosol directamente en el papel
y luego se los limpiaba como si fuera una plancha.
Para
el artista, esas superficies cuidadosamente trabajadas emulaban los
íconos cristianos que había encontrado por primera vez
durante sus excursiones a Bulgaria y Rumania cuando estudiaba en Europa
del Este a principios de los 70.
El artista había aprendido a admirar el color enmudecido y apreciar
las pátinas de estas imágenes que, aunque relativamente
pequeñas, eran poderosamente evocadoras. Los encuentros de Cardillo
con estos y otros objetos de veneración religiosa lo alentaban
cada vez más a explorar las formas sacras dentro de su propio
arte, pero más para evocar sus efectos vivenciales en general
que para profundizar en su contenido religioso específico.
Decidido a continuar con su actividad artística, pero sin dinero
para mantener el taller, Cardillo comenzó uno de los proyectos
más ambiciosos de su carrera, una serie de 16 grabados hechos
entre 1978 y 1980 titulada Sublime Orfebrería
(Sublime Jewelry) (ver imagen VI, página 5). Esta
obra es una demostración de virtuosismo técnico, por la
forma inimitable como se usó una amplia gama de métodos
de impresión. La mayoría de los grandes grabadores son
especialistas, conocedores profundos de técnicas de intaglio,
xilografía, litografía, serigrafía, o grabado en
relieve. Pero los conocimientos de Cardillo incluyen todos estos métodos
y procedimientos gráficos. Esto convierte a Cardillo en alguien
especial entre los creadores de imágenes: artista e impresor
combinados en un único individuo de talento excepcional.
En lo que viene a ser una subversión del proceso típico
de impresión, Cardillo pasó los grabados de la Sublime
Orfebrería por la prensa apenas una vez. Un logro notable,
considerando la combinación de técnicas complejas de impresión
empleadas. La mayoría de las composiciones tiene en el centro
la imagen relativamente pequeña de un insecto, grabada al aguafuerte
y aguatinta en una chapa de cinc o cobre, e impresa usando el método
de la viscosidad. Cardillo describe esta técnica, que permite
imprimir todos los colores simultáneamente:
La
impresión por viscosidad utiliza una plancha para imprimir muchos
colores es como pintar una imagen en la plancha y después
pasarla una sola vez por la prensa. Yo usaba pinceles muy pequeños
y delicados para entintar las planchas, por lo que para pintar y preparar
para impresión cada plancha usada en la Sublime Orfebrería
llevaba tres o cuatro horas. Y para cada ejemplar de la edición
había que pintar la plancha nuevamente. Es un trabajo muy íntimo
e intenso.
Algunas
de las chapas de cinc han sido recortadas en forma de mariposa, o con
una forma no rectangular. Casi todos los grabados de la serie fueron
estampados en relieve e impresos junto con el diseño de una hoja.
Cada especimen botánico fue moldeado en resina poliéster
para crear una plancha, posteriormente grabada para realzar las venas
diminutas y los bordes delicados de la hoja. Se incoropraron clichés
fotomecánicos al diseño. Cardillo colecciona estos clichés
antiguos, cada vez más escasos, restos de una época en
que era frecuente usar diseños decorativos complejos y bordes
detallados en periódicos y revistas. En otros casos, se emplearon
piezas de máquinas de procesos industriales hace ya tiempo obsoletos
como planchas para imprimir relieves.
El entusiasmo de Cardillo por texturas es vasto y contagioso. Para crear
gofrados recurrió a casi cualquier objeto por ejemplo:
una rejilla de goma para ducha, o una tabla de madera texturada por
el tiempo. Algunos de los grabados de la Sublime Orfebrería
exhiben un relieve abstracto salido de las paredes del taller del artista
en Montevideo. Cardillo se apresura a explicar que las paredes demoran
de treinta a cincuenta años en envejecer y madurar, ya que los
dibujos enmarañados son creados por microrganismos que viven
en el cemento. El trabajo extremamente complejo de relieve de la serie
es admirable, una realización única. La creación
del gofrado es generalmente el último paso en la producción
de un grabado, ya que al pasar el grabado una vez más por la
prensa probablemente se aplaste el relieve, o se debilite y rasgue el
papel. Cardillo consiguió superar esta limitación técnica
recortando y apilando fieltros alrededor de las planchas, permitiendo
así imprimir varias planchas simultáneamente. Habitualmente
se usan camadas de fieltro en la impresión, para ajustar gradualmente
la presión ejercida sobre la hoja de papel al pasar por la prensa.
El uso de fieltros recortados y amontonados para permitir la impresión
simultánea de un conjunto de planchas para crear relieves es
una técnica nueva, desarrollada por Cardillo en base a ensayos
y fracasos. El artista dice que muchos grabadores todavía se
escandalizan ante la idea de cortar los fieltros, pero para Cardillo
las herramientas especializadas, los materiales y los procesos del grabado
son materia prima para la invención.
Ya
en 1974, y conjuntamente con la Sublime Orfebrería, Cardillo
empezó a crear pequeños grabados en relieve de insectos
y hojas de brillantes colores, a menudo con poco más de una o
dos pulgadas de tamaño. Cardillo explota colores sorprendentemente
luminosos, casi fosforescentes, en estos delicados grabados, que fueron
primero estampados en relieve con sus diseños y luego coloreados
a mano con acuarelas. Las hojas estampadas están rigurosamente
identificadas en el título de cada uno de los pequeños
grabados; la mayoría de las obras lleva el nombre lego y cotidiano
de las plantas, más que su nombre científico. Forman una
amplia muestra de especies botánicas nativas del Uruguay o de
países vecinos, lugares conocidos por Cardillo en su juventud.
A menudo son ejemplares tropicales, encorpados, que producen un alto
relieve en el papel cuando se imprimen sus formas de molde. Resumen
de la diversidad sumamente rica de la flora uruguaya, y para Cardillo
las referencias y asociaciones que crean pueden ser muy personales,
como por ejemplo cuando menciona que una hoja en particular vino de
una planta del jardín de su madre.
A fines de la década del setenta y a principio de los ochenta
muchos de estos pequeños grabados de hojas e insectos fueron
montados juntos, en cajas de madera cuidadosamente construídas
para exhibición. Algunas de las pequeñas cajas fueron
agrupadas dentro de otras más grandes, creando un rompecabeza
dentro de unas y otras. Al ir retirando y reordenando cada camada o
nivel quedaban al descubierto nuevos tesoros gráficos. Hay que
levantar estos Objetos Gráfico-Ecológicos
(Graphic-Ecological Objects) de 1974 a 1981 (ver imagen VIII,
página 8) y acercarlos a los ojos, para poder examinar los detalles
minuciosos y la elegante ejecución de los grabados. Este es un
arte para conocedores, hecho para ser visto por un individuo, o un limitado
grupo de personas interesadas no solo en el arte del grabado, sino también
en las ciencias de la entomología y la botánica. No fue
sino más tarde que Cardillo percibió que estos conjuntos
en sus cajas le daban forma palpable a la soledad forzosa y al inevitable
aislamiento que él y muchos otros uruguayos estaban viviendo
en esos tiempos de represión. Al analizar obras de tamaña
complejidad y con tantas camadas de significados una interpretación
demasiado literal puede ser una limitación, pero esos elegantes
grabados colocados en sencillas cajas transmiten una expresión
poética de la supervivencia del quehacer artístico y creativo
ante la violencia y la agresión. Las formas verticales y compartament-alizadas
de los Objetos Gráfico-Ecológicos fueron en buena
medida producto del encuentro de Cardillo con las proporciones ascendentes
y alargadas de la arquitectura gótica germánica. El interior
sobrio y austero de las llamadas catedrales góticas de ladrillo
del norte de Alemania que Cardillo visitó a principios de los
setenta causó una impresión duradera en el artista.
Al titular algunas de estas obras Relicarios, no solo alude
a referencias sagradas subyacentes, sino que además apunta hacia
la conservación cuidadosa, enmarcadas bajo vidrio, de un mundo
natural en peligro. Para enfatizar amenazas contemporáneas a
la biodiversidad, y la extinción de flora y fauna, algunos de
los grabados han recibido el título, mordaz pero profético,
de A la búsqueda de la naturaleza aún no perdida.
Al igual que en la obra madura de Cardillo, las referencias son estratificadas
y oblicuas y aquí una cita prestada de Marcel Proust, A la
recherche du temps perdu, (A la búsqueda del tiempo perdido)
combina preocupaciones ecológicas con fórmulas eclesiásticas.
Los relicarios guardan objetos sagrados, como pasa con los restos de
un santo, subrayando la reverencia con la que debe ser tratada la naturaleza
si se quiere conservar, y no conmemorarla. El tema del medio ambiente,
y cómo es afectado por los factores políticos y económicos,
representa un tema importante en la obra de Cardillo desde principios
de los años setenta. A lo largo de la década del ochenta,
el arte de Cardillo ha confrontado la pérdida de especies tales
como el ñandú y la mulita, el avestruz y el armadillo
sudamericano (cuyas poblaciones están menguando) y la destrucción
de la flora, como la erradicación de la araucaria que un día
dominó la floresta atlántica de Sudamérica. Este
interés apremiante por la ecología, latente en la obra
de Cardillo desde los años sesenta, fue guiando cada vez más
el quehacer del artista, y se convirtió en un tema central de
su obra en las décadas siguientes.
Las Estrategias de la Metáfora
Los Estados Unidos de las décadas de 1980 y 1990
En
1979, Cardillo aceptó una residencia en el departamento de arte
de la Universidad de Southern Illinois, en Carbondale. Al reasentar
su vida y su carrera en los Estados Unidos Cardillo era uno de más
de un cuarto de millón de uruguayos, muchos de ellos la élite
cultural y líderes intelectuales de la nación, que dejaron
su país huyendo del régimen militar represor que se prolongó
hasta mediados de los ochenta.
La
situación en el país estaba muy mal. Llegó un momento
en que el ambiente se volvió insoportable. La invitación
para trabajar en la Universidad de Southern Illinois me abrió
la posibilidad de venir a los Estados Unidos. Era muy difícil
para artistas e intelectuales conseguir permiso para viajar al exterior,
y como había expuesto obras en Cuba mis posibilidades eran limitadas.
Para viajar a Estados Unidos tenía que ser convidado por una
institución. Al final acabé quedándome en este
país.
Carbondale
queda a poco más de una hora en auto al sudeste de St. Louis,
Missouri, cerca del extremo sur de Illinois. Un profesor de grabado
convidó a Cardillo a visitar un taller litográfico en
New Harmony, un poblado al este, justo cruzando la línea estatal
con Indiana. Durante su visita, a Cardillo le pidieron que trabajara
con los maestros litógrafos para producir un grabado, y la notable
Wasp from New Harmony (Avispa de New Harmony)
de 1980 (ver ilustración, página 41), una imagen
dominada por una avispa aumentada de tamaño, originaria de América
del Norte, conmemora esta colaboración profesional. Si bien especificaba
el lugar donde se había realizado el grabado, el título
del trabajo también anunciaba el comienzo del trabajo artístico
de Cardillo en los Estados Unidos. Hay varias pruebas de las litografías
de Cardillo que permiten ver su progreso en el proceso hacia una imagen
final. Una prueba de ensayo inicial, o impresión realizada para
revisar los avances en un grabado muestra una avispa impresa en tinta
negra usando una piedra litográfica. Una prueba de trabajo, u
hoja en la cual el artista ha agregado trabajo a mano propone el agregado
de un fondo rojizo, con detalles de diseño de un insecto más
pequeño esbozado en blanco. La impresión final incluye
el dibujo de un insecto que se ha hecho de manera más precisa,
fotocopiado de un grabado italiano original que el artista encontró
en una guía para entomólogos que probablemente databa
del siglo XVII. Grabada minuciosamente en una segunda piedra, la imagen
fue impresa en tonos pardos para completar la pequeña edición
de grabados.
Durante su estancia en Carbondale, Cardillo estudió y volvió
a interpretar la iconografía del arte y la arquitectura barroca
españolas de fines de siglo XVI y principios del siglo XVII en
una serie de fotograbados complejos con mezzotinta, buril, aguafuerte
y aguatinta agregados. Los detalles fotográficos usados para
producir la Serie Barroca
(Baroque Suite) de 1980-81 (ver imagen XI, página
14) habían sido tomados por Cardillo mismo durante visitas a
iglesias y misiones dispersas por todo Perú y Bolivia. Cardillo
se sintió cautivado y fascinado por la ornamentación escultórica
característica de un arte conocido por su retrato incondicional
del dolor físico, el tormento y el sufrimiento. En los grabados
de Cardillo, esta iconografía religiosa a menudo terrible se
entremezcla con la imaginería de insectos igualmente pesadillezca
saltamontes y escarabajos empalados con alfileres y agujas, formando
una variación única de los temas del martirio y crucifixión
cristianos. Los paralelos entre lo religioso y la imaginería
de los insectos en los grabados se hace fundamental hay abundancia
de figuras aladas, algunas que aparecen en guisa de ángeles beatíficos
y otras como mariposas resplandientes. Cardillo se apura a destacar
que posiblemente más que en cualquier otro país sudamericano,
Uruguay tiene tradiciones políticas muy seculares, y esta aceptación
liberal de la libertad religiosa y de la pluralidad da cuenta de la
espiritualidad personal del artista. Sin embargo Cardillo también
admite prontamente que siempre se ha sentido atraído por las
catedrales y los templos así como por los adornos religiosos
como relicarios y altares que decoran los interiores de lugares
de adoración.
Al completar su residencia en Southern Illinois University en 1980,
Cardillo se trasladó a la ciudad de Nueva York y estableció
su propio taller de grabado en la Calle 23 Este en Manhattan. La fascinación
del artista ya de larga data con la forma de cajas y sus propiedades
de encierro y de escondite, así como la de exhibición
y revelación llevarían a sus primeros emprendimientos
de grabado más importantes en Nueva York. En una serie de collage
con grabado único, Cardillo profundizó aún más
en las técnicas y las herramientas utilizadas para preservar
y exhibir insectos para estudio científico. Realizada en Estados
Unidos en 1982 y 1983, la series de la Caja
blanca (White Box) y de la Caja
ritual (Ritual Box) (ver imagen
IX, página 9; ver imagen VII, página 6) forman un suscinto
pero potente manifiesto visual de la tortura física y otros crímenes
brutales que ocurrían en Uruguay bajo el gobierno militar. Cardillo
relata:
Las
cosas comenzaron a aflojarse un poco en los 80. Los tiempos más
difíciles fueron a principios de los 70 cuando los militares
tomaron el poder. Para la década del 80 ya estaban aflojando
su control sobre los partidos políticos permitiendo un
poco de libertad para reunirse y discutir. Hay un proceso de cicatrización
después de un período de represión de ese tipo
un silencio. Hay una comprensión colectiva, para mucha
gente es demasiado difícil recordar; simplemente quieren tratar
de olvidar.
Una
manera con que Cardillo elaboró sus luchas personales como artista
y como emigrante uruguayo fue sumergirse en la literatura latinoamericana
que estaba dirigida a superar algunas de las realidades políticas
más duras de la época. Devoró vorazmente los escritos
de muchos autores uruguayos contemporáneos, incluyendo la poesía
de Mario Benedetti y la prosa de Juan Carlos Onetti.
A lo largo de la década del 80, Cardillo siguió explorando
aún más las formas tipo cajas y las imágenes en
su arte, considerando al sujeto por sus significados más amplios:
históricos, sociales, políticos, culturales y psicológicos.
La fascinación del artista con las cajas y su contenido surgió
en temprano edad en su vida, y aún resuena con asociaciones muy
personales. El padre de Cardillo comenzó su vida profesional
como peluquero y luego volvió a trabajar en su peluquería
en Montevideo cuando estaba parcialmente jubilado. En ese lugar, en
la peluquería, había cajas de todo tamaño y formas,
cada una contenía diferentes herramientas y pequeños aparatos
relacionados con el oficio, cajas de cigarrillos, hojas de afeitar rectas,
tijeras, cortauñas y otros artículos. Cardillo ahora ha
heredado estos recipientes, todavía llenos con instrumentos afilados
para cortar el cabello y afeitar la barba. Al observarlos uno no puede
dejar de plantear las analogías más espeluznantes con
respecto a los aparatos utilizados para la tortura. Cardillo también
recuerda que su madre guardaba fotos, cartas y postales toda
la historia de ambos lados de la familia, en viejas latas y otros recipientes.
Cardillo recuerda la curiosidad que sentía en su infancia por
esas cajas que contenían información aparentemente secreta
y que se guardaban apiladas. De acuerdo a Cardillo, la cocina del hogar
familiar también estaba llena de recipientes de lata y de cartón
que contenían golosinas, galletitas dulces y saladas, bombones
y chocolates que serían foco de la atención de cualquier
niño. El almacenamiento de estas baratijas, de recuerdos y chucherías
en cajas era indudablemente la más natural de las compulsiones
para Cardillo. Después de todo él había sido criado
en un hogar donde había una caja para cada cosa y Cardillo sería
el primero en leer un enunciado así tanto literalmente como de
manera figurativa la caja no sólo organiza y exhibe sino
que también mezcla y esconde.
A mediados de los años 80, Cardillo comenzó a juntar colecciones
de objetos dispares. Algunas veces agrupaba artículos de género
similar una colección de cajas más pequeñas,
cada una conteniendo artículos misceláneos, o una variedad
de artefactos Meso-Americanos reales y falsos combinados con viejas
chucherías. Estas Cajas de collección,
(Collection Boxes) de 1984-85
(ver imagen XIII, página 18) y las cosas que contenían
aparentemente (pero no necesariamente) al azar, se convirtieron en la
manera en que Cardillo juntaba o yuxtaponía imágenes y
formas que tenían alguna importancia para el artista. Hay antecedentes
obvios para la colección de cajas de Cardillo y la práctica
surrealista de la yuxtaposición y el ensamblaje, de hacer de
lo familiar algo extraño o que lo común y corriente se
convierta en precioso. Sin embargo, los objetos de Cardillo mezclados
de manera desafiante carecen de ese acabado estético de una viñeta
de Joseph Cornell o del astuto juego de una acumulación de Fluxus.
Las cajas de Cardillo están reunidas de una manera menos ceremoniosa
y dispuestas de manera casual de modo que prácaticamente desfían
ser consideradas como obra de arte. Esta cualidad las acerca más
a los objetos hallados de André Breton o de los objetos ya listos
de Marcel Duchamp, pero comparando, las maniobras de Cardillo son mucho
más detallistas en sus combinaciones y en la osadía de
sus clasificaciones. Durante muchos años, Cardillo ha mantenido
una amistad cercana con un entomólogo uruguayo famoso. Una de
las cajas de Cardillo premiada contiene un único insecto con
su tarjeta personal pegada a la tapa.
El apellido del entomólogo es idéntico a la marca de cigarrillos
que también da nombre a otra Cajas de colecciones de Cardillo
un juego de palabras al azar, pero aún así Cardillo
lo aprecia. El movimiento impulsivo de Cardillo evoca un temperamento
pre-surrealista que tiene algo de afinidad con las compulsiones enciclopédicas
del realismo: la categorización, catalogación, la elaboración
de inventarios registrados en las obras literarias de Honoré
de Balzac (Bouvard e Pecuchet) o Henry James (The Spoils of
Poynton) o Isidore Ducasse (Les Chants de maldoror). Las
acumulaciones resultantes son innegablemente personales y lúdicas,
algunas veces excéntricas y siempre idiosincráticas
pero dichas estrategias garantizan que los significados y propósitos
permanecen levemente opacos, y las referencias y alusiones siguen quedando
intencionalmente abiertas.
Para Cardillo, la caja en sí posee una pluralidad metafórica
y un dualismo psicológico; en algunos casos, un objeto que se
ha juntado en una caja ya había aparecido en un grabado, mientras
que en otras instancias artículos acumulados dentro de una colección
se infiltrarían en el repertorio de grabado del artista con el
tiempo. Eventualmente, las Cajas de colección y su contenido
se tornaron materia de tema central y materiales de fuente primaria
para el arte de Cardillo. El lugar donde es más evidente es en
los monotipos de Rondas Caribeñas (Caribbean
Rounds) de 1985 (ver imagen
X, página 12) en el que Cardillo retrata una caja de cigarrillos
de marca que contiene un trozo de rama de árbol de Uruguay (comida
por gusanos e insectos y cubiertas de líquenes y mohos), así
como piedras mica encontradas cerca del estudio de Cardillo en la calle
23 en Nueva York (objetos duros con vetas brillantes en el medio de
una monotonía sombría). Unificando simbólicamente
la dualidad de las tierras nativa y de adopción de Cardillo,
esta colección idiosincrática de recuerdos sin valor posee
sin duda un valor muy personal. Llevando habilidosamente a la acción
múltiples variaciones de éste único tema, Cardillo
produce estos monotipos o impresiones únicas pintando
sobre plexiglas y luego colocando una hoja de papel sobre la superficie
aún mojada y pasándola por la prensa.
Repetidamente
estas y otras obras revelan el interés permanente de Cardillo
por utilizar métodos de impresión que no hagan impresiones
idénticas múltiples, sino que produzcan una imagen que
parezca como que ha sido impresa. A lo largo de la década de
los 80, cada vez más Cardillo dejó de utilizar el grabado
como una herramienta para reproducción, usándolo más
como un conjunto de procedimientos para crear obras de arte únicas.
La imagen que Cardillo quiere sólo puede ser lograda mediante
la transferencia, un procedimiento que ha fascinado a muchos artistas
vanguardistas de la postguerra. Este aspecto de la copia, la reproducción,
la réplica, el duplicado, la imitación, el simulacro,
la falsificación, y el derivado tienen cabal importancia en el
trabajo de Cardillo pero no para introducir un aparato teórico
y crítico por sí mismo. Estos procesos consistentemente
llaman la atención de lo que está ausente o perdido, lo
que está en otro u otros lados conceptos que resuenan con
el mismo propósito y significado que la imaginería de
Cardillo.
A principios de los 80, Cardillo continuó explorando el tema
de la caja en varias series ampliadas de impresiones, culminando a mediados
del 80 con la imaginería reducida de las carpetas
Tótem hallado (Found Totem) y
Caja larga (Long Box) (ver ilustración,
página 43; ver imagen XII, página 15). Los grabados de
Found Totem de 1985-86 combinaciones únicas de mezzotinta,
mediatinta, buril, punta seca y xilografía describen una
rama única o una vara insertada en una abertura tipo nicho en
el centro de cada composición. Su austera simplicidad recuerda
las alcobas funerarias sin adornos de los antiguos templos mesolíticos
de las primeras catacumbas cristianas. Las impresiones de Caja larga
(Long Box) de 1986-88 son versiones abstractas y simplificadas de
una caja alargada con la tapa totalmente abierta para revelar un interior
desprovisto de contenido. La dura geometría del diagrama tiene
algo más que simplemente un parecido transitorio con las abstracciones
lineales reductoras que se encuentran en el arte gráfico de la
década del 50 de Joseph Albers. Al igual que mucho diseño
de la Bauhaus, los grabados de La Caja larga (Long Box) de Cardillo
tienen un juego entre la chatura bidimensional y la profundidad tridimensional.
Las alusiones son abstractas y dejan interrogantes abiertas, pero no
se puede evitar ver en esta imagen luminosa una purga catártica
y un inquietante vaciado de contenidos. Estas formas casi no objetivas
que tienden a deslizarse fuera de foco y en foco presentan una imagen
de la vida y de la resurrección triunfando sobre la muerte y
la sepultura. La imagen central de la serie Caja larga es una
colografía un proceso mediante el cual se utilizan piezas
de cartón recortadas protegidas con una capa de yeso acrílico
sobre una placa. El resto de la lámina se llena con el grano
delicado del bloque de madera compensada. Cada una de estas impresiones
se frota a mano con pigmentos en polvo o grafito, para que no haya dos
iguales.
En 1988, Cardillo recibió una beca del Concilio para las Artes
del Estado de Nueva York (NYSCA). La serie de NYSCA
Proposal Drawings (ver imagen XIV, página 19) esboza
los proyectos de escultura que emulan altares tripartitos y relicarios
adornados, varios de los cuales fueron posteriormente realizados en
instalaciones a escala completa. Las incursiones del artista más
allá de los grabados se ampliaron para incluír construcciones
que llenaran habitaciones enteras y espacios interiores, y su prolongado
interés en los recipientes tipo caja abarcó las estructuras
arquitectónicas monumentales reminiscentes de santuarios, lugares
de adoración y sepulcros. Estos nuevos proyectos, diagramados
primero en los NYSCA Proposal Drawings, conmemoraron la pérdida
de los ambientes naturales y las especies nativas a lo largo de las
Américas. Con títulos tales como el Altar de Selva
Ardiente, el arte de Cardillo explícitamente realiza un duelo
por la destrucción de la selva amazónica y los montes
criollos, o los bosques arcaicos de las Américas.
Un movimiento hacia una abstracción que a la vez esconde y revela
el contenido subyacente, caracteriza a gran parte de la producción
de Cardillo de fines de 1980 y principios de 1990. En vez de continuar
con las geometrías de bordes duros y rectilíneos de la
caja, el artista incursiona más allá en la forma de no
objeto, comienza a tomar una dirección mucho más expresiva
y gestual. Los experimentos impetuosos son un nuevo modo abstracto de
Cardillo con materiales y procesos, reverberan con el mismo activismo
desafiante que caracteriza sus construcciones esculturales a gran escala
y sus instalaciones específicas de un lugar. En ese momento,
el estudio de Cardillo estaba armado en un edificio industrial venido
a menos del siglo XIX sobre la Calle 53 Oeste entre las avenidas 10
y 11. Los pisos de este edificio de una fábrica ya obsoleta estaban
construidos con enormes planchas de madera que, con el tiempo, se habían
desgastado y abierto siendo luego emparchadas con planchas de metal
industrial. Para Cardillo, estas superficies toscamente unidas le sugerían
asociaciones con su país natal, un parentesco con los corrales
y establos de madera construidos toscamente y que se encuentran en las
estancias ganaderas en Uruguay y otras partes de Sud América.
Él comenta:
En
el estudio de la calle 53, sólo funcionaban los tres primeros
pisos el resto del edificio estaba abandonado. Algunas piezas
de la maquinaría habían sido abandonadas y estaban sueltas,
provenientes de una antigua fábrica industrial. El techo de hojalata
se estaba cayendo y decayendo. Por todos lados había herrumbre.
El piso entero era como un collage cubierto con manchas grasosas
y emparchado en lugares con láminas de metal. Cada vez que yo
veía ese piso comenzaba a relacionarlo con planchas de metal,
y piedras lito, y bloques de madera que ya había visto antes.
Encontré muchas piezas en ese edificio la pileta de cerámica
usada en Silent Barrack y las planchas de madera usadas en Memorial
Diptych. Cada vez que yo pasaba del cuarto al quinto piso, encontraba
objetos para incorporar en mis obras.
Dos
hojas gruesas de papel hecho a mano fueron pegadas para crear el formato
alto y elongado de las tres grandes impresiones Díptico
de la memoria (Memorial Diptych) de
1989 (ver ilustración, página 45). A estas hojas de doble
tamaño las imprimió en relieve usando un gran corte rectangular
del piso de madera de su estudio de Midtown una plancha enorme
en la que el artista había trazado largos surcos profundos con
sus herramientas de tallar madera. Cada relieve era coloreado frotando
la hoja, profundamente surcada, con grafito, carbón y pastel
creando versiones blancas, grises y negras (o luminoso, mediano
y oscuro) de la misma composición. El corte del piso de madera
fue eventualmente incorporado en una escultura a gran escala del mismo
título que sugiere tanto la forma de una caja con su tapa precariamente
abierta o algún disparador primitivo listo para usarse. Siguiendo
la práctica de los escultores africanos, la madera sin tratar
de la estructura es sellada y preservada usando grasa natural obtenida
de patos y pollos, dándole al trabajo una suave pátina.
La serie Pared rupestre (Rupestrian Wall) de
1990 (ver imagen XVI, página 23) también comenzaron como
frotados de planchas de piso del estudio de Cardillo en el centro de
Nueva York:
Comencé
a encontrar imágenes en ese piso y conecté esas imágenes
con signos rupestres. Comencé mirando las imágenes de
la cultura Tiahuanaco de Bolivia, y buscando las marcas en los petroglifos
de piedra y las formas de rocas hechos por el hombre prehistórico.
Hay imágenes o íconos incrustadas en mis trabajos
un guerrero con un escudo y una espada, un hombre con una mujer como
pareja, una embarcación y formas de ánforas, fósiles
producidos por plantas, definitivamente piedras de las zonas rurales
de Uruguay, todo esto está en estos trabajos. Es una imaginería
que va a la esencia de la forma yendo al signo y al símbolo.
Incrustados
con grafito, pastel óleo, pigmento en polvo, aserrín
aparentemente sustancias que tenía a mano estos diseños
crudos sobrevuelan entre la figuración y la abstracción,
teniendo afinidad con las formas pictográficas de las primeras
abstracciones de Adolph Gottlieb, las formas emblemáticas de
los dibujos líneales de Roberto Matta, y especialmente el vocabulario
simbólico del trabajo maduro de Joaquín Torres-García.
Torres-García
era una poderosa presencia en Uruguay durante los años en que
yo iba a la academia. Muchos de sus trabajos permanecían a la
vista del público en Montevideo y sus últimos seguidores
seguían trabajando y exhibiendo. En la obra de Torres-García
hay un deseo de que la forma se extienda sobre dos diferentes civilizaciones
y dos eras diferentes. Las composiciones tienen conecciones con Mondrian
y de Stijl, pero también de fuentes antiguas las estelas
talladas y los monumentos de piedra de las Americas. Estas conecciones
dan mucha información sobre mi propio trabajo, y siempre trato
de encontrar esa relación en los objetos que colecciono.
La imaginería de la serie del Memorial
Latinoamericano (Latin American Memorial)
de similar escala de 1989-90 (ver ilustración, página
46) fue construida a partir de imágenes fotocopiadas de la instalación
al exterior hecha para una exhibición en Washington D.C. Es un
tributo al sufrimiento político y ecológico de las naciones
de Central y Sud América, los trabajos originales específicos
para el sitio evocaban cerritos de entierro tradicionales y formas de
cenotafios conmemorativos. Después de hacer collage de estas
fotocopias en hojas de papel más grandes, Cardillo comenzó
a construir una superficie texturada usando los materiales que había
encontrado alrededor de su estudio de Nueva York raspados de
cobre, polvos herrumbrados, aserrín, y varias colas, todo fue
incorporado en dibujos con barras de óleo y pastel. En estas
obras, las imágenes inicialmente basadas en fotos están
literalmente sepultadas por debajo de capas de abstracción, dejando
siluetas toscas que reiteran simbólicamente el concepto de las
tumbas y escondites. Los materiales siguen interactuando unos con otros
y con los elementos, haciendo que estas superficies cambien y evolucionen
con el tiempo Cardillo aprecia este aspecto del trabajo. Habla
de estas espesas capas diciendo que tienen una conexión con los
sitios arqueológicos la imaginería subyacente necesita
ser excavada y reconstruida para determinar su significado. Originalmente
las instalaciones externas eran permutadas formas humanas modeladas
en adobe, o en cemento, o cortes violentos en zinc, haciendo aflorar
un sentimiento de exhumación, de restos enterrados, este es el
contexto de esta serie de trabajos abstractos en papel.
Más
allá de los grabados
Instalaciones y moldes en los noventa y hoy
A principios de los 90, Cardillo comenzó a hacer enormes serigrafías
impresas en lonas. Estas obras eran colgadas con arandelas y ganchos,
y al igual que los grandes ciclos de los tapices producidos en la Europa
medieval, cubrían paredes enteras y transformaban las habitaciones
en ambientes densamente texturizados. Una de esas series, colgante, llamada
Tapices Evanescentes (Vanishing Tapestries) estaba grabada con
la misma imagenología que aparece en los Grabados
arqueológicos (Archeological Prints) de 1991-93 (ver
imágenes XX - XXI, páginas 34-35). Cardillo tomó
fotos e hizo moldes de yeso de las carcasas y cuerpos de animales que
encontraba patos, nutrias, armadillos, y perdices, entre otros
y los incorporaba en su trabajo bidimensional y tridimensional.
En los Grabados Arqueológicos, se yuxtaponen imágenes
de restos de animales contra fotografías de huesos humanos excavados
y registrados por antropólogos en su trabajo de campo. Cardillo
mantiene una red de asociaciones con los antropólogos y los arqueólogos
por el mundo que comparten con entusiasmo su investigación y sus
estudios. Los esqueletos humanos de Grabados Arqueológicos
son los restos de antiguas culturas de alrededor de 7.000 años
excavados en vastas áreas de las Américas. Los sitios
arqueológicos en Uruguay, Perú, Ecuador, y otras regiones
de las Américas muestran hallazgos que presentan paralelos asombrosos
con las excavaciones del Valle del Río Mississippi y otras partes
del continente sudamericano. Para Cardillo, esta diseminación geográfica
de los primeros pueblos nos habla de un pasado en común y conexiones
culturales importantes que son relevantes para la sociedad de hoy. La
yuxtaposición de evidencias especies animales amenazadas
que se muestran junto con las civilizaciones humanas extinctas
crea capas de significado, desafiando a los observadores a contemplar
no sólo su propia evolución, sino también sus relaciones
con otras especies vivas y el mundo natural que los rodea. El formato
en blanco y negro de Grabados Arqueológicos transmite una
naturalidad que golpea fuerte como si las imágenes fueran
instantáneas de una escena de crimen reciente. Desde las serigrafías
Chicharras y Mariposas Nocturnas (Cicadas and Moths) de principios
de los años setenta, Cardillo no empleaba tal crudeza gráfica,
y aquí nuevamente la usa para introducir un elemento de urgencia
y de sensación de inmediatez en los discursos de preservación
ambiental y distensión cultural.
Cardillo comenzó a enseñar en la Universidad del estado
de New York en New Paltz en 1994. Esta mudanza auguraba una relación
a largo plazo, permanente, con el entorno único del Valle del Río
Hudson y el sistema ecológico de la Cadena Montañosa de
Shawangunk. Durante todo su cargo como profesor titular en SUNY New Paltz,
Cardillo ha trabajado con sus estudiantes en numerosos proyectos a gran
escala, incluyendo un mural en una pared exterior construido con azulejos
de porcelana impresos con imágenes de íconos de la obra
artística de Cardillo de los años 90. El trabajo de Cardillo
mezcla cada vez más dos realidades, sus raíces latinoamericanas
en Uruguay y su hogar adoptado en Estados Unidos. El interés del
artista en la preservación de las selvas vírgenes de la
cuenca del Amazonas es paralelo y complementario de su profundo compromiso
en sostener el medio ambiente y la ecología de la región
del Valle del Hudson.
Los grabados del Proyecto para la Bienal de San
Pablo (Project for Sao Paulo Biennale) de 1995 (ver imagen
XXIII, página 52) fueron desarrollados para la muestra internacional
de arte que tiene lugar en Brasil cada dos años, instalación
nunca ejecutada por Cardillo. La serie formula una guía abreviada
de las formas escultóricas y la imaginería de íconos
explorada por Cardillo a mediados de los 90: cupí (cerrillos o
montículos cónicos de tierra que siguen el patrón
de los antiguos sitios de sepultura Mesoamericanos), catafalcos (estructuras
arquitectónicas que dejan ver las pieles despellejadas de grandes
felinos y otras especies en peligro de extinción), fósiles
(restos osificados que registran la plenitud de una vida pasada ya extinta),
y Tlazolteotl (la madre azteca diosa de la fertilidad y el nacimiento,
frecuentemente engalanada en los grabados en hojas metalizadas como espejos
). Estas imágenes circulando alrededor de los temas de pérdida
y continuidad, la prehistoria y su accesibilidad están grabadas
en paneles de papel de colección de pesada textura. Semejando papel
de lija o lámina de corcho o arpillera, estos papeles de pared
color castaño y bronceado, rescatados de los libros de muestras
de los años 40 y 50, comportan sus propias alusiones pasadas
y presentes, naturales y culturales que aumentan el repertorio
y amplían el diálogo instigado por las imágenes.
Cupí es una palabra Guaraní utilizada para denominar
los gigantes montículos cónicos, creados por ciertas especies
de hormigas que construyen su amplio habitat subterráneo. En un
intercambio entre la naturaleza y la cultura, el cupí retiene vínculos
formales con los túmulos (tumuli) o cerrillos de sepultura
prehistóricos de los pueblos aborígenes a lo largo de las
Américas. Los Minuanes, los Yaros, los Timbúes, los Chaná-beguáes,
y los Charrúas eran los nombres de las tribus sudamericanas diezmadas
por la construcción del imperio y la construcción
de la nación que a menudo encubrían pretensiones de
genocidio. Los pocos miembros que quedaban de las tribus de Charrúas
indígenas de Uruguay, por ejemplo, fueron aniquilados durante el
siglo XIX. Salvajemente asesinados por las mismas fuerzas armadas que
buscaban un estado-nación uruguayo independiente en 1830 y luego
finalmente barridos por una epidemia de viruela oportunista alrededor
de 1860, los Charrúas fueron víctimas de una limpieza étnica
y una guerra de gérmenes. La obra de Cardillo explora hábilmente
los vínculos entre las normas históricas que extinguen a
los pueblos indígenas y los hábitos culturales que explotan
la vida animal y vegetal. Lo metafórico y lo alusivo son mojones
de un arte que revela cómo esos procesos tan poco conspicuos de
destrucción se infiltran por todos lados en la existencia contemporánea.
Las fotografías y los bosquejos artículos recopilados
y recogidos en años de trabajo y estudio dan cuenta de la
continua preocupación de Cardillo por la sobrevivencia de los pueblos
nativos y la conservación de los ecosistemas naturales más
allá de las barreras políticas y las divisiones de la sociedad.
Cardillo sale a la búsqueda de las regiones más remotas
del continente sudamericano, lugares como el Pantanal (la región
del sur del Amazonas que sigue siendo uno de los sistemas más grandes
de bañados sin modificar en el planeta), o las rústicas
estancias ganaderas del interior de Uruguay. Cardillo toma nota de sus
observaciones en diarios de viaje, siendo esos cuadernos de bosquejos
la fuente de la serie en curso de xilografías El Pantanal
y En la estancia (On the Ranch), ambas
comenzadas en 1998 (ver ilustración, página 47; ver imagen
XVIII, página 27). Usando un gran proyector de transparencias para
aumentar el tamaño de sus pequeños dibujos a lápiz,
Cardillo traza sus contornos de líneas en planchas de madera compensada.
Tengo
una relación con las estancias y con los hombres que viven la
vida de gauchos. Para mi, estar en las estancias es como estar entre
amigos. Al hacer inicialmente los bosquejos, la idea es describir la
vida cotidiana no hay pretensiones de crear una obra de arte.
Los bosquejos vienen de mi manera de reaccionar instintivamente a la
vida en las estancias. También saco muchas fotos, pero en las
estancias la cámara de fotos no alcanza. Hay que sacar el lápiz
y tomar unos breves apuntes. Es así que comenzó la serie
de xilografías como una reacción emocional a la
vida, sin otra pretensión.
Los
apuntes de Cardillo de líneas agrandadas de tamaño, combinadas
con la textura impresa del grano de la madera dieron lugar a los grabados
más elegantes y atractivos de la carrera del artista. Parece
ajustado decir que, en estas obras originadas en los diarios personales
de Cardillo sobre la vida en Uruguay, el artista ha vuelto al medio
de la xilografía explorado al comienzo de su carrera artística.
En
Uruguay hay una rica tradición xilográfica porque
las planchas de metal son caras y las piedras litográficas provienen
de Alemania, la madera es el elemento más natural que tenemos.
Mucha gente influyó en mi trabajo xilográfico Luis
Mazzey, Antonio Frasconi, Carlos Gonzales, y luego me puse en contacto
con todos los grabadores que trabajan la xilografía en el Club
de Grabado de Montevideo. Mazzey fue uno de mis profesores; y Gonzales
es considerado el José Guadalupe Posada de Uruguay Posada
grababa sobre planchas de metal y en vez Gonzales hacía xilografías.
A lo largo de la obra reciente de Cardillo, hay una correspondencia
entre moldeado e impresión ambos medios usados para hacer
impresiones y grabados. Las imágenes utilizadas para producir
las foto-serigrafías Los Pájaros
de Gardiner (Birds of Gardiner) de
2003 (ver imagen XVII, página 26) provienen de una serie de moldes
de cera. Para producir estos objetos escultóricos, se tomaron
moldes de yeso de los cuerpos sin vida de pequeños pájaros
que Cardillo encontró en su propiedad cerca del pueblo de Gardiner
y en sus cercanías, en el Valle del Hudson en Nueva York. Se
vierte el yeso sobre la carcasa a través de una grilla de tamiz
de metal o malla de alambre, que mantiene al yeso rígido y estable
una vez que se ha secado. A partir de este primer molde negativo
del ave, se pueden hacer otros moldes positivos. Según
Cardillo, algunas veces puede obtener piezas de látex y cera
de un molde de yeso. El moldeado directo mantiene la escala real de
los cuerpos de los animales, y esto, combinado con las plumas o pelo
o escamas que quedan atrapados en los moldes, puede hacer que la presencia
física de la criatura sea bastante palpable.
En
la Escuela de Bellas Artes, primero en Montevideo y luego en Alemania,
aprendí técnicas de moldeado de maestros artesanos que
hacían moldes de arcilla o cera al detalle, que se utilizan luego
en el proceso de producción de una escultura de bronce. Estos
profesores eran sorprendentes; poseían secretos sobre los procesos
técnicos que habían sido pasados de generación
en generación.
Usando
las técnicas en las que se especializó durante su formación
artística, Cardillo también ha producido Obras
en bronce (Bronze Casts) en fundiciones de Nueva York, México,
y Uruguay (ver imagen XIX, página 30). Siempre deleitándose
en el proceso de producción, Cardillo dejó algunos de
los bronces con los canales de fundición (o depresiones) intactos,
y con pequeñas cantidades de arena y yeso todavía pegadas
a sus superficies.
Cardillo explica las muertes accidentales que dan inicio a cada obra
en la serie Los Pájaros de Gardiner (Birds of Gardiner)
las aves se estrellan contra las ventanas porque ven el cielo
reflejado en el vidrio y piensan que es espacio abierto. Es una explicación
simple, sencilla, pero a la vez es una explicación que claramente
fascina y preocupa al artista. Estas criaturas voladoras naturalmente
no han desarrollado la capacidad de distinguir entre la luz real y la
reflejada sobre una superficie vertical. Ese tipo de dificultad para
percibir la profundidad y el plano es, sin duda, de enorme interés
para un artista visual metido tan de lleno en esa transformación
que hace pasar de tres dimensiones a dos. Las fallas de la visión
son (para humanos no menos que para otros animales) una causa común
de accidentes y destrucción. La gente de la ciudad que se construye
una casa en el campo (el artista es uno de ellos) no buscó intencionalmente
dañar a estas delicadas criaturas, pero aún así
tuvo algo que ver con su muerte. Aún cuando la escala es pequeña,
para Cardillo estos grabados registran aún más otra consecuencia
destructiva de las intrusiones del hombre en el medio ambiente natural.
No importa que no haya premeditación; de todos modos se ponen
bajo escrutinio los resultados nocivos de la construcción de
edificios y la extensión de las urbanizaciones. La modestia de
la imaginería de Cardillo hace que expresiones como hit
home (llegar a casa o golpear contra casa) cobre un sentido literal
(y por lo tanto muy estratégico).
En algunos grabados de Birds of Gardiner, se aplicaron hasta
ocho colores de tinta para crear la rica textura de la imagen final
y se podría pasar un único color por la malla más
de una vez para crear una docena de capas de tinta o más en cada
hoja. Cardillo describe sus procedimientos y lo que se propone:
Las
imágenes son grabados y pinturas al mismo tiempo. Es un proceso
de pasaje de tres dimensiones a dos dimensiones. Las fotografías
de los moldes de cera son primero manipuladas en la computadora. A partir
de estas imágenes revisadas y modificadas, se producen acetatos
para las serigrafías cada imagen usa dos o tres mallas diferentes.
Cada grabado está formado por muchas capas diferentes de información
tamizada. Las últimas capas a menudo cubren mucha de la información
que hay debajo, pero hace gran diferencia en la impresión final.
Algunas veces pienso que el grabado se ha perdido, pero al imprimir una
capa más la imagen vuelve a aparecer, pero de una manera diferente
que si cada una de las capas anteriores no estuviera por debajo de la
última.
Para
cada una de las diez imágenes de la serie, hay una que uno podría
llamar una versión más o menos estándar, habitualmente
impresa en un matiz de castaño, verde oliva, o negro. Sin embargo,
también se hicieron variaciones únicas en las que Cardillo
comenzó a aplicar tinta con una esponja directamente sobre el
papel para formar un charco intenso o mancha, en la que luego se serigrafiaba
la imagen. También se usaron tonalidades más frías
y brillantes como la lavanda o rosa para crear con una malla toda una
gama de variaciones sutiles y llamativas.
Los valores que se hicieron sinónimos de los movimientos estudiantiles
de fines de los años 60 liberación, libertad, apertura
y compromiso son ideales que siguen informando la obra de este
preclaro hacedor de imágenes. Un artista de origen uruguayo que
vive en Estados Unidos desde fines de los 70, Rimer Cardillo ha explorado
culturas disímiles y negociado diferencias socio-políticas
a través de una práctica artística enraizada en
el grabado pero que se expande a toda una gama de medios creativos.
Formado como grabador, el impulso gráfico de Cardillo y su pericia
técnica se ampliaron para abarcar la escultura, los objetos,
las colecciones, instalaciones, y ambientaciones. Trabajando en el medio
de la opresión de la dictadura en el Uruguay de los 70, luchó
para mantener una tradición de libre expresión en oposición
a la censura totalitaria. Su trabajo, sin embargo, comunica no sólo
los aspectos más atroces de la opresión, sino también
su naturaleza más saliente e insidiosa. La obra del artista no
puede ser separada de su compromiso social hacia la conservación
de las culturas indígenas, la protección de las especies
en vías de extinción y la conservación de los medioambientes
vulnerables. A través de su arte, Rimer Cardillo comparte con
los espectadores una inquisidora búsqueda de relaciones, atravesando
fronteras y haciendo una rigurosa investigación de épocas
históricas y sus continuidades. Dentro de los intrincados objetos
e imágenes de Cardillo, hay una apretada orquestación
de lo técnico y lo teórico que hace posible el diálogo
del pasado con el presente, una vigorosa unión formal y conceptual
que fortifica una mediación de lo político con lo personal.
1.
Esta y todas las citas posteriores de Rimer Cardillo fueron extraídas
de conversaciones con el artista que tuvieron lugar durante la organización
de la exhibición en 2003 y 2004.
2. Una de las mejores fuentes de información en inglés
sobre los episodios más oscuros de la historia uruguaya es la
serie de reportajes periodísticos de Lawrence Weschler, publicada
inicialmente como artículos de investigación A Miracle,
A Universe, Parts I and II en la revista The New Yorker (25 de
mayo de 1987, pp. 69-84 y 86; y el 1 de junio de 1987, pp. 72-80 y 82-93),
y posteriormente recopilados en el libro A Miracle, A Universe: Settling
Accounts with Torturers (University of Chicago Press,1998). Uruguay
no estaba aislado en su descenso al torbellino; las similitudes y diferencias
entre la situación uruguaya y el levantamiento de las fuerzas
militares en Argentina (al oeste) y Brasil (al norte) está analizado
diéstramente en este útil relato.
Dr.
Karl Emil Willers is Curator of the Samuel Dorsky Museum of Art at SUNY
New Paltz. As a scholar of American and European art of the 19th and
20th centuries, he has served as Chief Curator and Curator of European
Art at the Norton Museum of Art in West Palm Beach and as Director of
the Downtown Branch of the Whitney Museum of American Art in New York
City. Dr. Willers was Associate Curator and Administrative Coordinator
for The American Century: Art and Culture 1950-2000 exhibition, held
at the Whitney Museum of American Art in 2000. He has organized many
exhibitions and accompanying publications, including Milton Avery: Works
on Paper (1980), The Prison Show (1981), Roy Lichtenstein Graphic Work
1970-1980 (1981), Universal Limited Art Editions (1982), Spectators
of Life (1983), Made in the Sixties (1988), The Gestural Impulse 1945-1960
(1989), The Experience of Landscape (1990), Between Mondrian and Minimalism
(1992), Innovations in Printmaking: The Work of Jacques Callot (2000),
The Iconographia (2001), Alice Neels Feminist Portraits (2003),
and Out of the Studio: Hudson Valley Artists (2003 and 2004).